Como la muerte en Creta, la oscuridad se sentó a esperarme; muy divertida observando mis inútiles esfuerzos por alejarme de lo inevitable. Y...

Falling

By | noviembre 06, 2015
Como la muerte en Creta, la oscuridad se sentó a esperarme; muy divertida observando mis inútiles esfuerzos por alejarme de lo inevitable.
Y toqué el cielo con las manos, y realmente llegué a creer que podía, que merecía, que pertenecía. Y todo eso que estaba ahí, al alcance de mi mano, de pronto desapareció.
Cuanto más alto se está más rápido se cae. Y eso no desapareció, yo caí, y el cielo volvió a estar en lo alto y la tierra alejada de él y yo aún más abajo todavía.
Caí, y caí tan abajo que ya no volví a ver el sol, ni la luz, ni el cielo ni nada más que oscuridad.
Ahí estaba ella, sentada muy cómodamente esperándome. Me miró y yo la miré y no necesitamos cruzar palabra alguna para entender. Las oportunidades se habían acabado, ya no había más nada por hacer.
Existen quienes creen que el destino está escrito; existen quienes piensan que el futuro se forma a cada paso que damos; yo supe en ese momento que así como de una semilla de durazno no nace una sandía, esto jamás fue evitable.
A seguro se lo llevaron preso, Elmo se ahorcó en su celda, los Simpsons huyeron a Francia y yo aquí viendo en flashback lo fuerte que traté, lo lejos que llegué y al final nada importó; dolió caer, perderlo todo, el tiempo, el esfuerzo invertido, la gente involucrada, y al final nada importa, aquí estoy, mi única compañía es ella, perdí la capacidad de sentir algo, y sólo me queda recordar donde estuve, saber dónde estoy y entender donde jamás volveré a estar.

A lo lejos, en la lira de Orfeo, suena el Réquiem por los sueños de mi ignorancia.
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